Cultivar El Bienestar En La Incertidumbre. Algunas Ideas Para La Salud Emocional En Tiempos Difíciles.

Cultivar el bienestar en la incertidumbre. Algunas ideas para la salud emocional en tiempos difíciles.

Comenzaste 2020, con la tímida ilusión de que “este año será diferente”, y tal vez como tantos otros eneros: con un listado de propósitos bien intencionados, relegados más tarde a un segundo plano por las viejas rutinas y costumbres.

Lo cierto es que el advenimiento de la pandemia del COVID-19, marcó un punto de inflexión en nuestros planes, y se atizaron sin distinciones, todas las estructuras conocidas hasta ahora.

Nos encontramos ante el desafío de un momento histórico global e inesperado como nunca nos imaginamos, en algunos aspectos, más parecido al guion de una película, que de la realidad.

¿Y ahora, qué?, ¿Qué va a pasar?

Debajo de estas preguntas subyace inevitablemente la emoción del miedo por la falta de certeza, la falta de seguridad, y la visión de un escenario que no nos gusta y del que nos queremos proteger.

Como dice la psicóloga Macarena Gálvez:” La incertidumbre viene dada por ese miedo a no saber qué hacer y a la pérdida. Es esa situación en lo que pasa hoy no tiene que ver con lo que pasó ayer y da pocas pistas de lo que pasará mañana”

Nuestra tendencia natural es a tener certeza, y cuando no la tenemos, nuestro cerebro dirige su atención hacia lo más negativo, con la intención de  protegernos y de esta manera, cumplir la función y la necesidad más básica del ser humano que es la Supervivencia.

Cuando estamos permanentemente enfocados en protegernos no podemos ver los aspectos más positivos de nuestra vida, tomar mejores decisiones, cuidarnos más y disfrutar de nuestros vínculos o nuestros logros.

Por eso no estamos cómodos con la incertidumbre, la vemos como una situación que conlleva peligros potenciales que debemos evitar, y generalmente no nos creemos siquiera capaces de percibir oportunidades en ella.

En nuestra práctica diaria convivimos con pacientes que frecuentemente experimentan incertidumbre ante un diagnóstico, ante la pérdida de un empleo, la de un ser querido…

Nosotros mismos, como profesionales de la salud sumamos al peso del cansancio, de guardias interminables y de consultas saturadas de pacientes, el miedo a no saber cómo afrontar lo que pueda venir; el miedo a enfermar, a contagiar a nuestras familias, a nuestro desempeño: “¿Qué pasará en consulta? ¿Cómo será la guardia? ¿Podré atender esto? ¿Y si no puedo? ¿Y si no sé? ¿Y si…?”

En situaciones como las que estamos viviendo, un elemento clave para gestionar nuestra implicación, y nuestro autocuidado es la capacidad de elegir.

Por supuesto habrá cosas que ya no podemos cambiar: (las cifras, los fallecidos, la pérdida del empleo. el impacto económico) pero poner nuestra atención ahí, refuerza nuestro sentido de impotencia, de frustración y desde luego no nos ayuda a sentirnos ni a actuar mejor.

Elegir la actitud no trata de poner cara de felicidad cuando no lo sentimos así, ni negar aquello que no nos gusta o nos duele.

Elegir la actitud implica observar desde una perspectiva honesta y compasiva con nosotros mismos, qué y cómo nos sentimos, para poder plantearnos un movimiento, por mínimo que sea que nos permita salir de ese torbellino de malestar y afrontar las situaciones con más serenidad y fortaleza.

Si pensamos y actuamos desde el miedo y la angustia, nuestra fisiología va a responder a eso, en cambio sí actuamos desde la aceptación y la ecuanimidad: generamos un espacio para la calma y el bienestar y nuestra experiencia puede ser bien distinta.

Esto no es un evento, es un proceso.

¿Qué se puede hacer?

Siempre hay algo que se puede hacer

 

  • Imagen de J.L.García Restrepo

    Reconocer nuestro dolor: no negar que tenemos miedo, que sentimos, rabia, angustia…; poner nombre a esas emociones.

En ocasiones las emociones más visibles, enmascaran otras más profundas que requieren nuestra atención y comprensión.

¿Cuántas veces detrás de la rabia y el enfado lo que en realidad sentimos es dolor y tristeza?, ¿cuántas veces en la mala contestación de otra persona subyace un sentimiento de vergüenza e infravaloración?

 

El simple acto parar y observar puede tener un sentido nutricio en sí mismo ya que nos permite abrir nuestra mente a la posibilidad de otras opciones.

  • -Comprender que aceptar no quiere decir estar de acuerdo con lo que sucede.

Aceptar implica darnos el permiso de sentir lo que nos surja, reconociendo nuestros límites y nuestra dimensión humana (imperfecta y vulnerable).

  • -Establecer un Compromiso con uno mismo, que priorice cuidar nuestra salud física, mental y emocional, con actos aparentemente sencillos pero saludables y satisfactorios.

Tal vez sea sólo estar sin hacer nada, durante quince minutos, (impensable para muchos) pero en el hecho de “no hacer”, dejamos espacio para “Ser”.

  • -Construir límites sanos: está bien decir “no”, a la vez que está igual de bien no saber cómo hacerlo a veces.

Los profesionales de la salud no somos máquinas, ni robots, ni superhéroes, (aunque a veces pareciera que sí, sobre todo para algunas administraciones), somos seres humanos, personas pensantes y sintientes y como tales, hacemos lo mejor que podemos.

  • -Aprender a ver en la incertidumbre una oportunidad. Para pedir ayuda, para brindar apoyo, para aunar esfuerzos y reivindicar aquello que no nos guste y podamos cambiar…. Para perdonarnos a nosotros mismos por no saber hacerlo de otra manera.
  • -Cultivar las relaciones positivas. La primera contigo mismo, reconoce al menos cada al final del día tres cosas que hayas hecho bien y escríbelas. Cultiva relaciones de calidad, dedica tiempo a intercambiar impresiones con tus compañeros, quizás en momentos en los que crees que ya no puedes más, puedas descubrir cuánto puede ayudarte la escucha amable y compartida con los demás.

No se trata de regodearse en la queja, ni en la crítica, se trata de cultivar un ámbito de confianza en tu entorno que ayude a todos.

¿Qué fortaleza sacas de esta experiencia?

 

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