La Comunicación De Malas Noticias, Qué Hacer Y Qué No Hacer.

La comunicación de malas noticias, qué hacer y qué no hacer.

Si hay algo que representa instancias de estrés , incomodidad y a veces dolor en el ejercicio de la actividad clínica habitual es la comunicación de malas noticias.

Se entiende por “mala noticia” aquella información que altera negativamente la visión que el paciente tiene de su futuro

Ésta es una situación compleja en la práctica habitual donde los profesionales no sólo formamos parte de la escena, sino que en cierta medida somos protagonistas junto a pacientes y familiares.

En esas instancias nuestro rol como comunicador, puede verse influido por nuestro propio malestar debido al estrés inherente, a nuestra identificación hacia la situación de dolor del otro y al temor a una evaluación negativa por parte del paciente y familiares.

Comunicar una mala noticia supone per se “una situación difícil “para la que muchas veces no nos sentimos bien preparados.

¿Cuánto decir? ¿Cómo decir una mala noticia? ¿A quién se le comunica? ¿Qué daño puede causar una noticia? ¿Cómo balancear verdad y esperanza? ¿Desean los pacientes saber la verdad? ¿Se puede “proteger” al paciente y su familia del impacto de una mala noticia?

Lo cierto es que la comunicación de malas noticias no es únicamente un acto informativo, sino que constituye un proceso de acompañamiento donde se comparte la información para deliberar decisiones conjuntas.

¿Cuál es la mejor manera de comunicar una mala noticia?

No hay una única respuesta.

Tan incómodo como dar una mala noticia es recibir una pregunta difícil.

¿Cuántas veces en nuestro ejercicio habitual nos encontramos con preguntas de este tipo?

“¿Esto es malo? ¿Por qué esto? ¿Por qué a mí? ¿Cree que me voy a morir? ¿Y si esto no marcha? ¿Cuánto cree usted que me queda? ¿Se salvará mi hijo, doctora?” …etc.

 

 

En estas ocasiones, podemos sentir inseguridad, malestar e incluso miedo ante la posibilidad de dar una respuesta inadecuada, aumentando la sensación de incomodidad y nuestra tendencia natural a evitar el dolor, (el nuestro) podría inducirnos a una respuesta:

  • Evitativa: “Centrémonos en ajustar el tratamiento ahora”
  • Excesivamente simple: “Bueno, tranquilo/a”.
  • Autoritaria: “No pregunte ahora, sólo escuche lo que le digo”.
  • Absurda: “Todos nos vamos a morir”.

Es importante tener en cuenta que este tipo de expresiones pueden generar un bloqueo en nuestra comunicación, privándonos de establecer una relación de confianza en la que el paciente se sienta cuidado y escuchado, y nosotros más ecuánimes y satisfechos por el desarrollo de nuestra labor.

 

¿QUÉ HACER Y QUÉ NO HACER?   Las primeras acciones.

 SI HACER

1)      Lo primero es simplemente reconocer ese malestar, y conectar de forma consciente e intencionada con nuestra respiración, tomando una inhalación profunda y exhalando durante unos segundos.

Esa acción aparentemente tan simple nos permite estar más presentes y atentos, y nos protege de una comunicación apresurada y automática.

2)      Aceptar que se trata de una situación incómoda, pero que nos da a su vez la oportunidad de hacer algo más por la otra persona además de informar.

Podemos ayudarle a gestionar la incertidumbre, acoger su angustia y brindar apoyo para decisiones futuras.

 

3)     Reservar un espacio físico y de tiempo para comunicar una mala noticia.

Es importante crear un escenario en el que nosotros también nos sintamos resguardados, sin interrupciones y físicamente lo más cómodos posibles aún en estas circunstancias.

Los mensajes “de pasillo”, con la puerta abierta, los comentarios de terceros etc., dificultan la creación de un entorno apropiado y pueden afectar la atención y escucha mutuas.

4)     Explicar con asertividad, sin justificarnos, ni sentirnos agredidos por las reacciones del paciente o familiares (dentro del marco del respeto).

Necesitamos comprender que ante una mala noticia algunas personas pueden reaccionar con cierta hostilidad hacia quien transmite el mensaje, muchas veces como forma de protección por el impacto de la información recibida.

En esos casos, es importante también protegernos, y poner límites si se incurren en faltas de respeto, pero también realizar un ejercicio de empatía con lo que ellos sienten.

En otras ocasiones la expresión con autenticidad de frases de apoyo y solidaridad: “Obviamente son noticias estresantes”, “Desearía que las noticias fueran mejores” … pueden ejercer de conexión y ayuda.

5)     Mantener un contacto visual adecuado, explicando y haciendo preguntas que les hagan saber que están siendo escuchados, y que nos importan. 

Si es oportuno y si lo permiten, está bien tocarles de forma respetuosa y delicada, y así usar otros canales de comunicación como el kinestésico, para transmitir comprensión y sostén.

6)    Ser honestos con la información, sin caer en la teatralización.

No se trata de otorgar falsas esperanzas, pero sí de promover la tranquilidad del acompañamiento y/o tratamientos acordes a la evolución del proceso.

 

QUÉ NO HACER

1)      Adoptar una actitud paternalista y autoritaria: “Yo soy el profesional aquí y usted tiene que hacer lo que yo le indico».

2)     Usar lenguaje tecnicista, (salvo que se aclare su significado luego).

“Tiene un tumor en la submucosa». «Hay una diseminación metastásica generalizada a nivel mediastínico”. “Su familiar tiene un Síndrome de Distrés respiratorio” … etc.

El manejo de  un lenguaje comprensible, y explicativo (sin aportarle más detalles de los que quiera saber) permite entender las circunstancias y disminuir el desconcierto.

3)    Sentirse culpable y castigarse por la situación y el desarrollo de los hechos.

La misión de los profesionales sanitarios implica cuidar y el principal objetivo está abocado a la salud.

Aun así, las cosas a veces no funcionan como quisiéramos, y nos gustaría.

La evolución de las enfermedades, la muerte, y aún los errores forman parte de la vida misma.

Se trata de aprender del error, comprender que hay muchas cosas que escapan a nuestra influencia. Y desde esta perspectiva cumplir nuestra misión de cuidar a otros con responsabilidad, sin descuidarnos a nosotros mismos.

4)   Aislarse 

Está bien permitirse momentos de introspección y recogimiento para procesar y superar la incomodidad que nos supone dar una mala noticia.

Sin embargo, el aislamiento emocional, aumenta la distancia con nuestro entorno, impidiéndonos pedir y aceptar ayuda cuando es necesario.

 

 

 

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Bibliografía.

  • Ramírez-Ibáñez MT, Ramírez-de la Roche OF. Cómo comunicar malas noticias en la práctica médica. Aten Fam. 2015;22(4):95-96.
  • Herrera A; Rios M, Manríquez J.M; Rojas G Entrega de malas noticias en la práctica clínica. Rev. Med Chile 20.14;142:1306-1315
  • Novo Rodríguez J:M; Martínez Anta F:J Esas preguntas tan difíciles. No todo es clínica. AMF2013,9(4)196-200

 

 

 

 

 

 

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