¿QUÉ ES LO PRIMERO QUE SE PUEDE HACER PARA ABORDAR Y TRATAR EL BURNOUT?
Como sabemos, el síndrome de Burnout incluye un vaivén habitualmente incómodo y doloroso de emociones que traducen frustración, cansancio, tristeza y frecuentemente rechazo por la imagen que tenemos de nosotros mismos en esa situación.
Podemos vernos y sentirnos aislados, amargados y con una tendencia al mal humor que se traduce en respuestas hostiles, evitación y en una actitud cínica hacia los demás que, en vez de ayudar, magnifica el problema.
En cualquier caso, subyace también un sentimiento de culpa por vivir en la antítesis de la salud que nos gustaría experimentar y enseñar a otros.
Lo destacable de todo esto es que no se trata de una situación irreversible, sino que en cualquiera de sus instancias, podemos adoptar con honestidad una actitud de búsqueda proactiva que nos adentre en la ruta más adecuada y sana para recomponernos, y poder vivir con la satisfacción que merecemos nuestro trabajo y todas las áreas de nuestra vida.
El abordaje se puede resumir en tres dimensiones que se relacionan entre sí y que secuencialmente podemos establecer como:
- Observar-Reconocer
- Parar
- Acción y cambio
1) Observar- Reconocer.
Para observar es necesario un ejercicio de reflexión que responda a las preguntas que surgen en nuestro diálogo interno.
¿Qué es lo que nos decimos? Frases de tipo: “Mi trabajo ya no es lo que era” “No puedo más con esto, tiene que haber otra manera” “Soy un fracaso”… pueden ser señales claras de que necesitamos un cambio.
¿Cómo nos comunicamos con los demás? ¿Adoptamos una actitud defensiva? ¿Emitimos juicios hacia los demás? ¿Nos sentimos juzgados? ¿Nos sentimos insuficientes?
¿Qué síntomas físicos tenemos? ¿Cómo es la calidad de nuestro descanso? ¿Cómo nos vemos a nosotros mismos?
Reconocer nuestras fortalezas y debilidades, desde una actitud amable y curiosa, sin juzgarnos y permitirnos pedir y recibir ayuda si es necesario.
En definitiva, observar y reconocer lleva implícito el ejercicio de ser consciente de uno mismo.
“En cuanto el sujeto se da cuenta, y toma conciencia, es decir el córtex pasa a tomar el mando, las situaciones se evaluarán de distinta manera y cambia su visión y su estado de ánimo.”
Enric Benito
2) Parar- Detenerse
Nuestro trabajo nos exige dar mucho a otros; desde esa perspectiva nos acostumbramos a operar en piloto automático y nos olvidamos de darnos a nuestro principal recurso: nosotros mismos.
Detenernos no implica parálisis. Podemos tomarnos un espacio mínimo de 15 min de autorreflexión, y decidir lo que realmente queremos en nuestra vida y en nuestra profesión.
¿Coincide lo que queremos con nuestra situación actual?
¿Qué creemos que necesitaríamos en este momento? ¿De qué recursos disponemos? ¿Estamos abiertos a otras opciones laborales? ¿Nos sentimos en sintonía con nuestras decisiones?
En esa pausa podemos soltar las expectativas que creemos que otros tienen en nosotros, y establecer nuestra propia hoja de ruta. ¿Cómo?: primeramente, reconociendo las cosas que hacemos bien, y aprender a redirigir el foco atencional hacia lo que queremos, y no hacia lo que no queremos.
Suspender el monólogo interior negativo, los juicios hacia nosotros mismos y hacia los demás y sobre todo las comparaciones. (siempre habrá alguien más rápido, más asertivo, que estudie más y también siempre habrá alguien que haga lo contrario.)
En definitiva, parar y hacernos estas preguntas nos otorga la posibilidad de tomar otras decisiones y/o de abrirnos a pedir y recibir ayuda.
3) Acción y cambio.
La acción puede empezar tanto con la disposición a los cambios (en cuyo caso el burnout o cualquiera de sus síntomas ejerce de “activador”), como al proceso de aprender a salir del espiral descendente en el que nos sentimos inmersos.
Esto no se logra mediante un suceso puntual o con una fórmula idéntica para todos, sino mediante un desarrollo continuado y adecuado para cada uno de nosotros.
Se trata de comprender que desde nuestra dimensión de seres humanos que cuidan a otros, podemos abrirnos a la posibilidad de desarrollar las habilidades (algunas incluso innatas), que nos permitan afrontar las situaciones con una perspectiva distinta, y que en definitiva nos permitan reconectar con la motivación, la ilusión, y experimentar bienestar y satisfacción por lo que somos y hacemos.
No podemos olvidarnos que el síndrome de Burnout es multicausal y que también es muy importante abordar las dimensiones sistémicas y culturales que influyen en él ( los equipos, las administraciones, las organizaciones, etcétera) puesto que, aunque desarrollar el autocuidado es un pilar fundamental, no es la única solución para el abordaje de un tema tan complejo y amplio como éste.
En cualquier caso, siempre hay algo que se puede hacer. Seguimos adelante.
Cuidarnos para poder cuidar.
Si te ha gustado comparte o déjame tu comentario.
Estoy aquí si necesitas ayuda.