REDUCIR EL ESTRÉS : El  Arte De Usar “bien” La Cabeza.

REDUCIR EL ESTRÉS : el arte de usar “bien” la cabeza.

 

¿Cuántas veces nos hemos visto inmersos en un mar de pensamientos incesantes a lo largo del día? La mayor parte de ellos surgen  de forma automática y son negativos, o en cualquier caso, ligados a  obligaciones o tareas que nos solemos marcar, con la intención de ser “productivos”.

Y es así, que nuestros días en el trabajo y nuestra vida personal se ven acompañados de: “esto no es para mí”,… “no valgo para”   …“deberías”…, ”tengo que”…. Y una larga lista de etcéteras.

Desde luego no se trata de negar, obligaciones inherentes a nuestra actividad,  nuestra vida familiar, personal y tampoco  aquellas acciones que necesitamos  hacer para concretar logros, objetivos e incluso simplemente cumplir con nuestras tareas.

Tampoco  tiene  que ver con culpabilizarse de que las cosas no funcionen, de los problemas que surjan en el día a día, ni  de situaciones que no nos gustan,

Sin embargo, hay que reconocer que la mayor responsabilidad, la mayor fortaleza y el poder para cambiar lo tenemos nosotros mismos. Y esto no es un simple mensaje de filosofía optimista utilizada en ocasiones sólo para hacernos sentir mejor.

Se trata de ser realistas, y  simplemente asumir  que inicialmente tenemos todo el poder  de cambiar nuestro enfoque de esa situación, nuestro punto de vista, el significado que le damos, y a partir de ahí, el resultado que experimentemos.

 

              

 

Como seres vivos nuestras decisiones y nuestra conducta se rigen por dos intenciones:

  • Tener Placer
  • Evitar Dolor.

Y aunque nos guste sobre todo el placer, desde el punto neuroanatómico y fisiológico siempre tratamos de evitar primero el dolor, y  en general sólo cuando se percibe que “no hay peligro”, nos permitimos ir hacia el placer.

El punto es, que  se trata de un mecanismo básico de supervivencia  que constantemente tendrá un efecto  sobre:

  • La forma en que vemos el mundo
  • Nuestro nivel de Felicidad y Satisfacción.

Si permanentemente prestas atención ( o sea diriges tu  foco) a lo que no funciona en tu vida, en tu trabajo, en tus relaciones, en las veces que te has equivocado, en lo que crees que “deberías” hacer y no haces, en el compañero o el jefe que no te comprende , pues  evidentemente el “lente” desde donde miras las cosas estará empañado, sucio y no podrás ver con claridad todos los demás aspectos, que sí  funcionan y sobre todo: aquellas cosas que sí haces bien.

Está claro que como consecuencia de lo anterior el nivel de Felicidad y Satisfacción también se verá afectado ¿verdad? Y por ende también nuestro desempeño, nuestra actitud, y nuestro disfrute, porque ¿sabes qué?: TODO está relacionado, de una forma u otra, es así, sin más.

La pregunta que podría surgir ahora es ¿y cómo se relaciona esto con el estrés y el burnout? ¿Si ciertamente lo que me sucede es que siento estrés por causa de un jefe/a, que no me valora, que dispone de mi tiempo como si fuese mi obligación estar disponible indefinidamente ? ¿por pensar en trabajar con un equipo de compañeros  que no es tal? ¿si tengo una  agenda sobresaturada? ¿un creciente  listado de objetivos burocráticos, unos contratos que no dan seguridad de nada?……etcétera…..

Todo parece evidenciar que la causa está ahí, así que puede parecer que por más que  cambie de foco, de lente, de perspectiva, las cosas van a seguir igual, y seguirán las mismas situaciones, el mismo jefe, los mismo compañeros, los mismos contratos …

Y sí, externamente esos aspectos seguirán estando ahí y en la mayoría de los casos no los podrás cambiar pero lo que si puedes cambiar es tu actitud hacia ellos.

 

Todo puede serle arrebatado a un hombre, menos la última de las libertades humanas: el elegir su actitud en una serie dada de circunstancias, de elegir su propio camino. ¿No podemos cambiar la situación? Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento. 

Viktor Frankl

Es sabido  existen otros condicionantes como ser situaciones familiares, financieras, la propia salud, y  más….que pueden influir en nuestra capacidad de abordar y gestionar las situaciones estresantes  del día a día también en la  profesión, sobre todo porque influyen en la única y más importante persona que puede manejar esto: TU MISMO.

 Pero: como dice Viktor Frankl, sí puedes escoger la actitud con la que enfrentas éstas situaciones.

La pregunta es: ¿cómo?: Respuesta (una de varias): ¡Usando “bien” la cabeza!

Hemos aprendido, nuestras actitudes, nuestro comportamiento, los pensamientos y nuestras creencias, de mensajes que llegaban del ámbito familiar, escolar, académico y evidentemente de la interacción con los demás en nuestro diario vivir.

Como dije al inicio de este post, muchos  de los pensamientos que manejamos en el día a día tienen una connotación negativa o en cualquier caso nos orientan a pensar un “déficit “de algo.

Ese constante fluir de pensamientos y percepciones similares generan circuitos de retroalimentación:

Y a ello  se suman todos aquellos  mensajes aprendidos en la formación como profesionales sanitarios dónde  estaba bien visto que:

  • La única solución a la demanda asistencial radica en trabajar más duro, producir más, incluso a expensas de extraer tiempo a vida personal.
  • El profesional sanitario puede con todo, puede solucionar todo y se frustra cuando no es así.
  •  Separar todo lo más que se pueda el ámbito emocional en el trabajo, empatizar con el paciente sí, pero en cualquier caso no mostrarse débil ni vulnerable (gran error, porque te condiciona a que ni siquiera te permitas  darte cuenta cómo te sientes realmente cuando las cosas no están bien).

 

Así que “el arte de usar bien la cabeza”  implica  el ejercicio de  cambiar esos circuitos de retroalimentación negativos hacia unos que potencien las facultades que si se tienen.

Un pequeño ejercicio de enfoque: 

  • Piensa por un momento en todas aquellas ocasiones en las que te diriges a disgusto a tu trabajo ¿dónde está tu atención en ese momento?: ¿en tu jefe? ¿En lo difícil que será la jornada? ¿En que no estudiaste o que deberías saber más?

 

  • Bien, ahora te invito a pensar en que estás ahí, porque lo has elegido, la alternativa podría ser que no tengas trabajo, no pagues tus cuentas, no tengas la oportunidad de relacionarte con otras personas y aprender de ello.

¿Comprendes la idea? Pensar en lo poco que te gusta ir a ese trabajo, te posiciona de alguna manera como “victima” de una situación que no puedes cambiar, y desde esa postura de víctima sencillamente pierdes poder, valor y autoestima.

En cambio enfocarte en lo que sí te aporta, en lo que tú vas a aportar a los demás, porque te formaste, porque puedes y mereces disfrutarlo, porque te preparaste y estás atento determinará en tí otro significado y por lo tanto otro resultado

O sea que pasarás de un «círculo vicioso» de pensamientos negativos y actitudes similares, a lo que se conoce como “círculo virtuoso”. Donde mejores pensamientos implicarán mejor significado, mejor significado: mejor estado; independientemente de que la situación externa sea la misma.

  • Prueba cambiar desde esta perspectiva los textos del círculo de más arriba y verás el resultado.

No quiero terminar este post sin decirte que:

  1. Está bien, y de hecho es sano cuidarte, disfrutar de tiempo con las personas que quieres ,o disfrutar de ti mismo a solas, sin sentirte culpable, ni egoísta.
  2. Está bien, pedir ayuda y cuando no sabes algo, preguntar, colaborar entre todos, dentro del equipo, con roles establecidos pero actuando en un bien común.
  3. Está bien no saber siempre todas las respuestas, para eso puedes consultar textos, preguntar a otros y eso no te hace débil.
  4. Trabajar con personas lleva implícito vivir con emociones, cuidar a otros implica emociones. Cuidarte a ti, también.

Recuerda practicar con cada situación en tu vida este cambio de enfoque, te aseguro que notarás el cambio,  y cuéntame  tus resultados si quieres en los comentarios del post o en directamente a mi mail 

 

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